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Foto del escritorDiego Pinilla

La organizada falta de amor en que vivimos - Reflexiones de Aldous Huxley

"Nuestras actuales disposiciones económicas, sociales e internacionales están basadas, en elevada proporción, en una organizada falta de amor."



Reflexiones tomadas del libro "La Filosofía Perenne" de Aldous Huxley, uno de los escritores y pensadores más renombrados e influyentes del siglo XX. En el siguiente fragmento de dicho libro Huxley nos deja entrever un análisis de la sociedad moderna, si bien fue escrita en el año 1945, parece haberse escrito en la actualidad, salvo que hoy China ya es una de esas tan anheladas naciones industrializadas, como menciona el texto. Reflexiones, donde, no dista mucho de lo que podemos percibir en el siglo XXI, una sociedad cegada por "la falta de amor".


<< Nuestras actuales disposiciones económicas, sociales e internacionales están basadas, en elevada proporción, en una organizada falta de amor.


Empezamos careciendo de amor hacia la Naturaleza, de modo que, en vez de procurar cooperar con el Tao o el Logos en los planos inanimados o infrahumanos, procuramos dominar y explotar; desperdiciamos los recursos minerales de la tierra, arruinamos su suelo, asolamos los bosques, llenamos de basura sus ríos y de vapores venenosos su aire.


De la falta de amor respecto a la Naturaleza avanzamos a la falta de amor respecto al arte; una falta de amor tan extrema que hemos matado efectivamente todas las artes fundamentales o útiles y hemos establecido en su lugar varias clases de producción en masa por medio de máquinas.


Y, naturalmente, esta falta de amor respecto al arte es al mismo tiempo una falta de amor respecto a los seres humanos que han de realizar las tareas a prueba de tontos y de gracia, impuestas por nuestros mecánicos sucedáneos del arte y por la interminable labor de papelería relacionada con la producción y la distribución en masa.


Con la producción y distribución en masa va el financiamiento en masa, y los tres han conspirado para expropiar un número siempre creciente de pequeños propietarios de la tierra y los equipos de producción, reduciendo así la suma de libertad entre la mayoría y aumentando en una minoría el poder de ejercer un control coactivo sobre las vidas de sus semejantes.


Esta minoría que controla por la coacción está compuesta de capitalistas privados o burócratas gubernamentales o de ambas clases de amos obrando en colaboración; y, por supuesto, el carácter coactivo y, por ende, esencialmente falto de amor es el mismo, sea que los amos se llamen “directores de compañía” o “funcionarios del Estado”.


La última diferencia entre estas dos clases de gobernantes oligárquicos es la de que la primera obtiene más poder de su riqueza que de una posición dentro de una jerarquía convencionalmente respetada, mientras que la segunda obtiene más de la posición que de la riqueza. A este fondo harto uniforme de relaciones sin amor, se superponen otras, que varían ampliamente de una sociedad a otra, según las condiciones locales y los hábitos de pensar y sentir.


He aquí algunos ejemplos: desdén y explotación de las minorías de color gobernadas por minorías blancas, o de mayorías de color gobernadas por minorías de imperialistas blancos; odio a los judíos, católicos, masones, o cualquier minoría cuyo lenguaje, costumbres, aspecto o religión difieran de los de la mayoría local.


Y la superestructura que corona la falta de caridad es la organizada falta de amor de las relaciones entre Estados soberanos; una falta de amor que se expresa en la axiomática presuposición de que es justo y natural que las organizaciones nacionales se comporten como ladrones y asesinos, armados hasta los dientes y dispuestos, en la primera ocasión favorable, a robar y matar.


(Cuán axiomática es esta presuposición acerca del carácter de la nacionalidad, muéstralo la historia de América Central. Mientras los arbitrariamente delimitados territorios centroamericanos se llamaban provincias del Imperio colonial español, hubo paz entre sus habitantes.


Pero a principios del siglo XIX los diversos distritos administrativos del Imperio Español rompieron sus lazos de fidelidad hacia la “madre patria” y decidieron convertirse en naciones según el modelo europeo. Resultado: inmediatamente se pusieron a guerrear entre sí. ¿Por qué? Porque, por definición, un Estado Nacional soberano es una nación que tiene el derecho y el deber de obligar a sus miembros a robar y matar en la mayor escala posible.)


No nos dejes caer en la tentación” debe ser el principio guiador de toda organización social, y las tentaciones de que hay que guardarse y que, hasta donde sea posible, hay que eliminar mediante apropiadas disposiciones económicas y políticas, son tentaciones contra la caridad, es decir, contra el desinteresado amor a Dios, la Naturaleza y el hombre Primero, la diseminación y aceptación general de cualquier forma de la Filosofía Perenne contribuirá a preservar a hombres y mujeres de la tentación del culto idolátrico de las cosas en el tiempo; culto de la Iglesia, del Estado, revolucionario culto del futuro, humanístico culto de sí mismo, todos ellos esencial y necesariamente opuestos a la caridad.


Luego vendría la descentralización, gran difusión de la propiedad privada de tierras y medios de producción en pequeña escala, obstáculos al monopolio por el Estado o de las corporaciones, división del poder económico y político (la única garantía, como no se cansaba Lord Acton en insistir, de la libertad civil bajo la ley). Estos reajustes sociales contribuirán en mucho a impedir que individuos, organizaciones y gobiernos ambiciosos cayesen en la tentación de conducirse tiránicamente, mientras que las cooperativas, organizaciones profesionales controladas democráticamente y las asambleas municipales librarían a las masas del pueblo de la tentación de hacer demasiado áspero su individualismo.


Pero, por supuesto, ninguna de estas reformas intrínsecamente deseables puede llevarse a cabo mientras se considere justo y natural que los Estados soberanos se preparen para guerrear unos contra otros. Pues la guerra moderna no puede sostenerse sino por países con una industria enormemente desarrollada; países en que el poder económico es esgrimido sea por el Estado o por unas pocas corporaciones monopolistas que fácilmente se pueden someter a impuestos y, si es necesario, nacionalizar temporalmente, países donde las masas trabajadoras, carentes de propiedad, no tienen arraigo, son fácilmente transferibles de un lugar a otro y están bien regimentadas por la disciplina fabril.


Cualquier descentralizada sociedad de pequeños propietarios libres, no coaccionados, con una economía adecuadamente equilibrada, habrá de estar, en un mundo belicoso como el nuestro, a merced de otra sociedad cuya producción esté muy mecanizada y centralizada, cuyo pueblo carezca de propiedad y sea, por lo tanto, fácilmente coercible y cuya economía esté desequilibrada.


Por esto el único deseo de países no desarrollados industrialmente, como México y la China, es llegar a ser como Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos. Mientras subsista la organización falta de amor, de la guerra y la preparación bélica, no puede mitigarse, con amplitud nacional ni mundial, la organizada falta de amor de nuestras relaciones económicas y políticas.


La guerra y la preparación bélica son tentaciones permanentes a hacer las actuales disposiciones de la sociedad, malas y eclipsadoras de Dios, progresivamente peores, a medida que la tecnología se hace progresivamente más eficaz.>>


HUXLEY, Aldous: (1945). The Perennial Philosophy. Londres, pp. 121-124



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