El Aba era visto por los Muiscas, como un regalo de los dioses, a través de la tierra, el elemento civilizador, símbolo de abundancia, diversidad y sustento.
El maíz (Aba en muysc cubun), sin lugar a dudas, fue un producto absolutamente relevante para el pueblo Muisca, este alimento popular, al ser tan versátil y variado en cuanto a sus formas de preparación, especies y sus subproductos, como los bollos de maíz, la chicha, la mazamorra, etc., sumado a la posibilidad de almacenamiento en el tiempo, mucho mayor que otros productos como las papas, chuguas, cubios, entre otros; se convirtió en un elemento primordial, que permitió e impulsó el sustento, desarrollo y el crecimiento de la población.
Dando paso a su organización entorno al territorio y lo que éste proveía, además, con la ventaja de que el maíz posibilitaba a las comunidades cosecharse en diversidad de pisos térmicos, particularidad de la cordillera oriental de los andes colombianos.
Conjuntamente, dentro del entendimiento de las relaciones sociales y económicas de las comunidades muiscas, el maíz, así como sus subproductos y sus formas de consumirlo, representaban una pieza clave, dado que se asociaba directamente con el reconocimiento de las jerarquías, no necesariamente desde la comprensión de dominio, control, o acumulación de este preciado cereal; sino más bien desde los procesos y roles a los que correspondía cada uno, así como quién y dónde se realizaban.
Así pues, que, en las relaciones comerciales, el Aba, seguía siendo vital, como artículo de intercambio o de trueque con otras comunidades vecinas, especialmente de lugares más cálidos, lo que permitía el acceso a diversos artículos, como lo es el oro (de interés principalmente religioso), el algodón y otros tipos de alimentos de tierras bajas.
Por otra parte, los muiscas veían el maíz, más allá de su potencial de sustento, en contextos más bien comunitarios y religiosos, por eso lo vemos protagonista en los festejos tradicionales.
En el llamado “biohote”, la chicha (producto derivado del maíz) y otros tantos elementos, eran el centro de atracción. Estas reuniones en las que se bebía y se bailaba, motivados por fechas especiales, como los solsticios y equinoccios, cambios de cacicazgos, construcción de cercados, entro otros, representaban fundamentalmente un encuentro espiritual, de comunión y de agradecimiento.
Por otra parte, es de resaltar las variedades de maíces identificados, como lo es el maíz amarillo, atiba; el maíz rojo, sasami; el maíz colorado blando, pochuba; el maíz negro, chiscamui; el maíz semicolorado, fusiamui, y el maíz tierno, jachua.
Diversidad con la que, actualmente no contamos, o simplemente está en grave riesgo de desaparición y todo lo que esto conlleva, no solamente en términos biológicos y alimenticios, sino en términos étnicos, culturales, sociales, de tradiciones, etc., como parte integral de la identidad del territorio.
En esencia el Aba era visto por los Muiscas, como un regalo de los dioses, a través de la tierra, el elemento civilizador, símbolo de abundancia, diversidad y sustento.
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Fuentes:
LANGEBAEK, Carl Henrik. 1987. Mercados, poblamiento e integración étnica entre los muiscas, siglo XVI. Bogotá: Banco de la República.
LANGEBAEK, Carl Henrik. 2019. Los Muiscas, la historia milenaria de un pueblo chibcha. Bogotá, pp (236-238)
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