Por: Azul (Nathalia Ramos)
La virtud es femenina,
La tierra es femenina,
La luz es femenina,
El desconocimiento que imprime el amarillismo actual del mundo, que posiciona y naturaliza a la violencia poniéndole género, encasillándola y empujándola a la segmentación, desgasta el hilo creador donde todo es vínculo, haciendo que las diferencias se respalden en la confrontación.
La mujer, como fuerza creadora y ofrenda mediadora entre el caos, reconoce la sabiduría innata de la dulzura por eso, pues cuando brinda protección es equitativa y en la contemplación del mundo busca el equilibrio; dar una pausa e indagar nuestro femenino, resaltando con especial énfasis la feminidad masculina que nos obligan a opacar, permite la reflexión de que aquí no somos hombres ni mujeres solamente, el todo nos enlaza y nos hace uno.
Las brechas del mundo han venido con crueldad descomponiendo el tejido fraternal; es entonces una vocación diaria reparar el daño y hacernos libres.
Los procesos y luchas sociales que han caracterizado el poder femenino, siguen en resistencia y en una mejora continua. Bajar la guardia a la violencia y desarmarla, es un proceso íntimo a enfrentar entre todos y todas, nos corresponde un bien mutuo y común.
La virtud es femenina,
La tierra es femenina,
La luz es femenina,
En medio del caos, la virtud, la tierra y la luz nos cobijan en el manto del remanso; del remanso la mujer brota extendida al reencuentro con la madre y abre la puerta al nuevo nacimiento.
Mujer poderosa, mágica y hechicera, en luna nueva edificas el orden del mundo. Tus manos, tus ojos, orientan al caos para volver al silencio del origen del que todos hemos nacido.
*Créditos:
-Texto: Azul.
-Fotografías: Azul (Azucena Deantonio y Juanita Ramos)/Manuel Gómez Aguaquiña (María Brígida Macías Cuesta Q.E.P.D).
-Diseño de infografías y contenido: Diego Pinilla Murcia/ Manuel Gómez Aguaquiña.
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